Mis mejores alaridos:
martes, 2 de mayo de 2006
Parte primera de un infierno decapitado.
Llegamos al castillo de Mombi con Tic-Toc, que estaba agotado de forcejear con aquél estúpido rodador, quien, más tarde, moriría arropado por las arenas del Desierto de la Muerte.
Me atrae ese lamento vibrante, de cuerdas sobre madera y viento. El canto paciente de la lira nos guía el camino hasta Mombi. Es medieval y mortuorio. Es terroríficamente alegre. Enervantemente tranquilo. Nos lleva. Se abren los portones de manera vertical, partiendo una forma de V.
Cientos de imágenes repetidas, con movimientos capicúos, nos vigilan atónitos. Son nuestras caras, las de vernos reflejados a través de cien paredes de espejo. La vista se me confunde en un mar de reflejos. Siento agobio y ganas de caer sobre mis rodillas... pero el quejido de la lira aún se oye, cada vez más fuerte. Y al fondo, ella: Con un atuendo digno de una reina del cosmos, con una capa metálica de puntiagudas lágrimas afiladas, como hojas de cuchilla que caen lánguidas, en un alarde de hipocresía, tratando de ocultar lo imposible, lo evidente. Mombi, no puedes engañarme. ¿Acaso no eres tú la malvada princesa que convirtió en piedra a los habitantes de la Cuidad Esmeralda? Si sólo eres una preciosa bailarina, con voz delicada que nos dice bostezando:
"Ayúdame a levantarme". La música cesa. "creo que me pondré algo más... apropiado". Sensual y delicada camina como flotando y me toma de la mano.
El pasillo era largo y estrecho. Dorado, acristalado, lleno de pequeñas y ordenadas hornacinas. Lleno de cabezas. Cada cabeza en una hornacina, con su puerta cerrada de llave, su pedestal: punto de apoyo entre el cuello y la nada. Decapitadas. No puedo evitar que se paralicen mis piernas, me tiemblan los tobillos, se me seca la boca. Ella da un tironazo y sigo caminando a través de los vidrios, que albergan belleza aparentemente muerta, pero aún latente. Todas observan desde sus pequeños habitáculos.
"La número 4 será la adecuada para esta noche". Con un crujido y medio giro de bayoneta se descoloca la cabeza y la pone en una hornacina. La número cuatro, satisfecha de ser elegida, me mira con sus ojos verde esmeralda.
Con el mismo crujido y giro de cuello se coloca la nueva identidad cambiando incluso de voz y personalidad. Le digo mi nombre. "Crack!". Ella repite mi nombre lentamente.
"El rey Gnomo se llevó las esmeraldas de la ciudad Esmeralda a su montaña, y al resto lo convirtió en piedra. Algún día serás bastante atractiva. No serás una belleza, comprendes, pero tendras cierto... atractivo...distinto a mis otras cabezas. Te encerraré en la torre durante unos añitos hasta que tu cabeza esté en condiciones.... y la cogeré".
(Parte II, llegará)
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2 comentarios:
Uau!
Esa es mi parte preferida de Return to Oz, Mombi me encantaba (como buena bella malvada). La forma en la que recuentas la historia es adictiva...no tardes mucho en continuarla!
Purrrrrrrrrr
No conozco yo esa peli, fíjate. Habrá que buscarla.
Qué bien eso de cambiar de cabeza todas las mañanas. Hoy me pondría la de La Masa.
Me gusta la oscura recreación que has hecho, sobre todo lo de las lágrimas afiladas, pese a no entenderla del todo bien puesto que no he visto la peli :)
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